Letrero anunciando el asentamiento de la población carpetana de Caracaen las cercanías de Tiemes.
Expurgo el blog. Limpio los borradores apenas esbozados. Completo las entradas dejadas a medias. Ahora, al repasar la lista de tareas pendientes, me encuentro con un proyecto de artículo sobre Caraca, uno de los más importantes asentamientos carpetanos, pueblo celta que habitó el centro de la Península Ibérica desde su llegada, en el s. VI a.C. hasta su integración con la Hispania Romana. El proyecto me rondaba en la cabeza desde que, por motivos laborales, pasaba por la N-III a la altura del río Tajuña y veía los cortados yesíferos horadados por las tribus celtíberas en sus paredes. Había tomado fotos, había reunido documentación... pero una noticia surgida en los últimos días ha modificado sustancialmente el contenido de mi entrada. Reunamos primero algunos datos, para entender el asunto.
La Carpetania se extendía sobre la práctica totalidad de las provincias de Madrid y Toledo y el oeste de las provincias de Guadalajara y Cuenca. Sus vecinos en los cuatro puntos cardinales y en el sentido de las agujas del reloj eran los Vacceos (al norte) y sucesivamente los olcades y celtíberos, los oretanos y los Vettones. Uno de sus núcleos urbanos más importantes era Caraca, cuya ubicación exacta se desconoce con precisión aunque se ha postulado que estaba situada en la actual Guadalajara, en Carabaña o en Driebes (Guadalajara). Esta es la referencia que debemos a Plutarco sobre la misma:
Su ubicación en Guadalajara (desde el s. XVI cuando se identificó -erróneamente- el río Tagonio con el Henares, originó el gentilicio "caracense" para sus habitantes) y actualmente es una teoría descartada. Posteriormente se identificó el río Tagonio con el Tajuña y Caraca con Carabaña. Al fin y al cabo, en la vecina localidad de Tielmes existen cuevas sobre la deleznable roca yesífera documentadas como asentamiento antiguo. El cartel que encabeza el artículo corresponde a una fotografía tomada en la base del cortado (junto al río Tajuña) de aquellas viviendas trogloditas que han dado pie a suponer allí su situación.
Foto tomada desde una de las cuevas trogloditas de Tielmes. La nueva situación de Caraca se sitúa ahora al otro lado de la cuenca que vemos del del Tajuña en la cuenca del Tajo.
En 1945 un descubrimiento casual orientó las investigaciones a un nuevo posible emplazamiento: durante la construcción del canal de Extremera, apareció el "tesorillo de Driebes" (13,8 kg de piezas de plata datados en el s. III a.C.). En base a este hallazgo y las noticias de frecuentes afloramientos de materiales constructivos en término municipal en el llamado "Cerro de la Virgen de la Muela", el año 1981 Jorge Sánchez-Lafuente Pérez realiza prospecciones en el mismo llegando a la conclusión de que podría identificarse con Caraca. A finales de 2016, una nueva prospección con georradar (en una exploración tan barata que apenas costó 6000 euros) confirmó la importancia del yacimiento.
En estos días, periódicos de ámbito regional y nacional, publican la noticia del descubrimiento de la auténtica Caraca en Driebes, a dos kilómetros de las urbanizaciones próximas a Estremera de El Saoto y Rio Llano.
La situación del poblado me llamó la atención. No hace mucho pasé con la bici y dos sobrinos míos por el Camino de Uclés, que va desde Estremera a Barajas de Melo y pasa a escasos kilómetros del asentamiento. Ya desde ahora mismo me propongo visitar la zona en mi próxima peregrinación. Y hablando de caminos, hay que destacar que según los itinerarios romanos Caraca, que hasta ahora se cree que podría corresponder a la cercana Carabaña, estaba a medio camino entre Alcalá y Carthago Nova (Cartagena) pasando por Segóbriga; hecho este que cumple el nuevo emplazamiento propuesto. El recinto limita al norte por un cerro y al sur con el Tajo que describe una amplia curva en su base mientras que a ambos lados le rodean dos torrentes. Las dimensiones estimadas están entre 10 y 12 hectáreas (solo se ha sondeado una). Ya se tiene localizado el dardo y decumano (las dos calles principales y un posible mercado. El urbanismo es el propio de una ciudad romana y se aprecian bien, además de lo citados, un foro porticado y las termas. Es llamativa la presencia 112 m. de un acueducto hormigonado ( con "opus caementicium", el hormigón romano). El acueducto, similar al de Segóbriga, podría llegar a medir tres kilómetros y tener su cabecera en el manantial de Lucos, en Driebes. Al parecer la ciudad llegó a tener una población de unas 2000 personas.
Los labradores propietarios del lugar allá por el año 79, siempre han encontrado dificultades para labrar en el paraje. "Era tierra muy mala, llena devasijas y pedruscos. Empezamos a arar con vertederas y salían unos adoquines como esta mesa. Los teníamos que tirar por los costados del cerro para poder trabajar. Después ya decidimos meter el cultivador, que entra a menos profundidad". Los terrenos, dedicados al cultivo de la cebada, acababan siempre revendidos y los nuevos dueños maldiciendo el mal trato realizado pues la aparición de piedras dificultaba enormemente el cultivo: "Yo me acuerdo como volvían maldiciendo cada vez que se encontraban un pedrusco gordo. No les hacía ninguna gracia porque tenían que moverlo”. En alguna ocasión podían aprovechar alguna de las piezas como algunas columnas que pasaron a adornar edificios de la localidad. Los sillares eran arrastrados hacia la ladera del monte y arrojados allí. Entre los restos aparecían también estucos, trozos de vasija (algunos de cerámica noble como la "terra sigilata") y mosaicos. En ocasiones se encontraban algunos núcleos de escoria de hierro procedente de antiguas fundiciones.
Según el estudio arqueológico, los restos estructurales de la ciudad empiezan a aparecer a menos de 40 centímetros bajo la superficie. Los resultados de la prospección geotécnica hacen presagiar, además, un magnífico estado de conservación. Se espera iniciar una seguna fase de exploración para confirmar los hallazgos del georradar y, en seis meses, recuperar la zona para convertirla en un yacimiento visitable. Para la siguiente fase hará falta bastante más dinero y todavía no está claro que vaya a conseguirse, a pesar de las expectativas que se han levantado.Mientras tanto la zona se ha dotado de vigilancia a cargo de la Guardia Civil y el Seprona para evitar la rapiña de los cazadores de tesoros. Ya hay precedentes de depredación arqueológica pues durante muchos años venía aquí gente con detectores de metales. Alguno hubo que encontró un casco de romano, le dieron un millón y se compró un Lada Niva”, comenta un lugareño. Los mayores del pueblo hablan de la existencia de una cueva bajo el cerro, hoy hundida, por la que se accedía a galerías en forma de casas, lo que coincide con la descripción que hace Plutarco de la ciudad. También se produjo una pequeña "fiebre del tesoro", con su campamento de buscadores y todo, al localizarse en 1945 el Tesorillo de Driebes. También los habitantes del lugar rebuscaron por la zona y, se asegura, algunos tienen en sus casas piezas de valor que están dispuestos a donar para su exposición si esto redunda en beneficio de la localidad. La actitud de la gente del pueblo ha cambiado considerablemente pues al principio existía cierta desconfianza ante las idas y venidas de los jóvenes arqueólogos. El equipo multidisciplinar que ha llevado a cabo el trabajo arqueólogos, físicos y matemáticos) se muestran pudorosos con su descubrimiento y piden no ser fotografiados. Según los estudios de los expertos en Caraca se vivía del esparto y la minería. Es posible que se explotara también el lapis como en Segóbriga. La ciudad pudo quedar despoblada hacia el s. II d.C. debido por problemas económicos pues no hay indicios de saqueo violento o batallas alrededor.
Los investigadores suponen aún que existe una segunda Caraca en el valle del Henares, y ven probable su situación en la Muela de Alarilla. Esta sería, según ellos, " la que fue asaltada en la guerra de Sertorio mediante una estratagema descrita por Plutarco".
NOTA: En Ser Guadalajara se puede escuchar una entrevista con uno de los directores de la investigación, Emilio Gamo.
Se quiere presentar públicamente el hallazgo en un acto que se celebrará en el Palacio del Infantado de Guadalajara el próximo 8 de marzo a las 19.30 horas, dentro de un ciclo sobre trabajos arqueológicos en la provincia. En esa conferencia, presentarán el plano de la ciudad.
Expurgo el blog. Limpio los borradores apenas esbozados. Completo las entradas dejadas a medias. Ahora, al repasar la lista de tareas pendientes, me encuentro con un proyecto de artículo sobre Caraca, uno de los más importantes asentamientos carpetanos, pueblo celta que habitó el centro de la Península Ibérica desde su llegada, en el s. VI a.C. hasta su integración con la Hispania Romana. El proyecto me rondaba en la cabeza desde que, por motivos laborales, pasaba por la N-III a la altura del río Tajuña y veía los cortados yesíferos horadados por las tribus celtíberas en sus paredes. Había tomado fotos, había reunido documentación... pero una noticia surgida en los últimos días ha modificado sustancialmente el contenido de mi entrada. Reunamos primero algunos datos, para entender el asunto.
La Carpetania se extendía sobre la práctica totalidad de las provincias de Madrid y Toledo y el oeste de las provincias de Guadalajara y Cuenca. Sus vecinos en los cuatro puntos cardinales y en el sentido de las agujas del reloj eran los Vacceos (al norte) y sucesivamente los olcades y celtíberos, los oretanos y los Vettones. Uno de sus núcleos urbanos más importantes era Caraca, cuya ubicación exacta se desconoce con precisión aunque se ha postulado que estaba situada en la actual Guadalajara, en Carabaña o en Driebes (Guadalajara). Esta es la referencia que debemos a Plutarco sobre la misma:
(Plutarco sobre el asedio dirigido por Sertorio a sus habitantes, los caracitanos)Viviendas trogloditas en las cercanías de Tielmes, donde se suponía situado el poblado carpetano de Caraca.Un pueblo situado más allá del río Tagonio, que no se compone de casas, como las ciudades o aldeas, sino que, en un monte de bastante extensión y altura, hay muchas cuevas y cavidades de rocas que miran al norte. El país que la circunda produce un barro arcilloso y una tierra muy deleznable por su finura, incapaz de sostener a los que andan por ella, y que con tocarla ligeramente se deshace como la cal o la ceniza. Era, por tanto, imposible tomar por fuerza a estos bárbaros, porque cuando temían ser perseguidos se retiraban con las presas que habían hecho a sus cuevas, y de allí no se movían.
Foto tomada desde una de las cuevas trogloditas de Tielmes. La nueva situación de Caraca se sitúa ahora al otro lado de la cuenca que vemos del del Tajuña en la cuenca del Tajo.
En 1945 un descubrimiento casual orientó las investigaciones a un nuevo posible emplazamiento: durante la construcción del canal de Extremera, apareció el "tesorillo de Driebes" (13,8 kg de piezas de plata datados en el s. III a.C.). En base a este hallazgo y las noticias de frecuentes afloramientos de materiales constructivos en término municipal en el llamado "Cerro de la Virgen de la Muela", el año 1981 Jorge Sánchez-Lafuente Pérez realiza prospecciones en el mismo llegando a la conclusión de que podría identificarse con Caraca. A finales de 2016, una nueva prospección con georradar (en una exploración tan barata que apenas costó 6000 euros) confirmó la importancia del yacimiento.
En estos días, periódicos de ámbito regional y nacional, publican la noticia del descubrimiento de la auténtica Caraca en Driebes, a dos kilómetros de las urbanizaciones próximas a Estremera de El Saoto y Rio Llano.
La situación del poblado me llamó la atención. No hace mucho pasé con la bici y dos sobrinos míos por el Camino de Uclés, que va desde Estremera a Barajas de Melo y pasa a escasos kilómetros del asentamiento. Ya desde ahora mismo me propongo visitar la zona en mi próxima peregrinación. Y hablando de caminos, hay que destacar que según los itinerarios romanos Caraca, que hasta ahora se cree que podría corresponder a la cercana Carabaña, estaba a medio camino entre Alcalá y Carthago Nova (Cartagena) pasando por Segóbriga; hecho este que cumple el nuevo emplazamiento propuesto. El recinto limita al norte por un cerro y al sur con el Tajo que describe una amplia curva en su base mientras que a ambos lados le rodean dos torrentes. Las dimensiones estimadas están entre 10 y 12 hectáreas (solo se ha sondeado una). Ya se tiene localizado el dardo y decumano (las dos calles principales y un posible mercado. El urbanismo es el propio de una ciudad romana y se aprecian bien, además de lo citados, un foro porticado y las termas. Es llamativa la presencia 112 m. de un acueducto hormigonado ( con "opus caementicium", el hormigón romano). El acueducto, similar al de Segóbriga, podría llegar a medir tres kilómetros y tener su cabecera en el manantial de Lucos, en Driebes. Al parecer la ciudad llegó a tener una población de unas 2000 personas.
Los labradores propietarios del lugar allá por el año 79, siempre han encontrado dificultades para labrar en el paraje. "Era tierra muy mala, llena devasijas y pedruscos. Empezamos a arar con vertederas y salían unos adoquines como esta mesa. Los teníamos que tirar por los costados del cerro para poder trabajar. Después ya decidimos meter el cultivador, que entra a menos profundidad". Los terrenos, dedicados al cultivo de la cebada, acababan siempre revendidos y los nuevos dueños maldiciendo el mal trato realizado pues la aparición de piedras dificultaba enormemente el cultivo: "Yo me acuerdo como volvían maldiciendo cada vez que se encontraban un pedrusco gordo. No les hacía ninguna gracia porque tenían que moverlo”. En alguna ocasión podían aprovechar alguna de las piezas como algunas columnas que pasaron a adornar edificios de la localidad. Los sillares eran arrastrados hacia la ladera del monte y arrojados allí. Entre los restos aparecían también estucos, trozos de vasija (algunos de cerámica noble como la "terra sigilata") y mosaicos. En ocasiones se encontraban algunos núcleos de escoria de hierro procedente de antiguas fundiciones.
Según el estudio arqueológico, los restos estructurales de la ciudad empiezan a aparecer a menos de 40 centímetros bajo la superficie. Los resultados de la prospección geotécnica hacen presagiar, además, un magnífico estado de conservación. Se espera iniciar una seguna fase de exploración para confirmar los hallazgos del georradar y, en seis meses, recuperar la zona para convertirla en un yacimiento visitable. Para la siguiente fase hará falta bastante más dinero y todavía no está claro que vaya a conseguirse, a pesar de las expectativas que se han levantado.Mientras tanto la zona se ha dotado de vigilancia a cargo de la Guardia Civil y el Seprona para evitar la rapiña de los cazadores de tesoros. Ya hay precedentes de depredación arqueológica pues durante muchos años venía aquí gente con detectores de metales. Alguno hubo que encontró un casco de romano, le dieron un millón y se compró un Lada Niva”, comenta un lugareño. Los mayores del pueblo hablan de la existencia de una cueva bajo el cerro, hoy hundida, por la que se accedía a galerías en forma de casas, lo que coincide con la descripción que hace Plutarco de la ciudad. También se produjo una pequeña "fiebre del tesoro", con su campamento de buscadores y todo, al localizarse en 1945 el Tesorillo de Driebes. También los habitantes del lugar rebuscaron por la zona y, se asegura, algunos tienen en sus casas piezas de valor que están dispuestos a donar para su exposición si esto redunda en beneficio de la localidad. La actitud de la gente del pueblo ha cambiado considerablemente pues al principio existía cierta desconfianza ante las idas y venidas de los jóvenes arqueólogos. El equipo multidisciplinar que ha llevado a cabo el trabajo arqueólogos, físicos y matemáticos) se muestran pudorosos con su descubrimiento y piden no ser fotografiados. Según los estudios de los expertos en Caraca se vivía del esparto y la minería. Es posible que se explotara también el lapis como en Segóbriga. La ciudad pudo quedar despoblada hacia el s. II d.C. debido por problemas económicos pues no hay indicios de saqueo violento o batallas alrededor.
Los investigadores suponen aún que existe una segunda Caraca en el valle del Henares, y ven probable su situación en la Muela de Alarilla. Esta sería, según ellos, " la que fue asaltada en la guerra de Sertorio mediante una estratagema descrita por Plutarco".
NOTA: En Ser Guadalajara se puede escuchar una entrevista con uno de los directores de la investigación, Emilio Gamo.
Se quiere presentar públicamente el hallazgo en un acto que se celebrará en el Palacio del Infantado de Guadalajara el próximo 8 de marzo a las 19.30 horas, dentro de un ciclo sobre trabajos arqueológicos en la provincia. En esa conferencia, presentarán el plano de la ciudad.
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