
Las tropas cristianas se plantaron ante la ciudad musulmana amurallada, en silencio para no llamar la atención.
Un soldado, utilizando tan solo una daga, comenzó a escalar la pared con una agilidad sorprendente.
Una vez arriba quitó la bandera árabe y puso la cristiana. Gracias a él las tropas españolas pudieron reconquistar la ciudad. Al soldado que escaló la muralla le empezaron a apodar “Gato”, y posteriormente a su familia también.
Con el paso de los años, se convirtió en un apellido de los más ilustres de la ciudad, y más tarde se acabó empleando para denominar a cualquiera que hubiese nacido en Madrid.
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